
FICHA ARTÍSTICA:
SINOPSIS:DIRECTOR: Manoel de Oliveira
GUIÓN: Manoel de Oliveira (según la novela de Augustina Bessa-Luís)
FOTOGRAFÍA: Renato Berta
REPARTO: Leonor Baldaque, Leonor Silveira, Isabel Ruth, Ricardo Trepa, Ivo Canelas, Luís Miguel Cintra, José Manuel Mendes, Carmen Santos
PRODUCTORA: Madragoa Filmes
Crítica de "Miradas de cine":Aunque Antonio pertenece a una rica familia y José es hijo de la sirvienta, han compartido su infancia bajo la protectora mirada de la criada, atenta a sus mínimos gestos. Con el paso de los años el amor estrechará los lazos entre ellos dos: Antonio se casa con Camila, de la cual José siempre ha estado enamorado, y tiene por amante a la peligrosa Vanessa, socia de José en oscuros e inconfesables negocios. El diablo interviene y se burla cruelmente de la criada que siempre ha intentado en vano conjurar la mala suerte. La trama de estos cuatro destinos entrecruzados pasará por las llamas del infierno. (FILMAFFINITY)
LOS PILARES DE LO INCIERTO. Por Manuel Yáñez
En 1925, Werner Heisenberg, como parte de su estudio de la mecánica cuántica (estudio y descripción del micromundo) formuló su conocido y polémico principio de incertidumbre. Éste, sostiene básicamente que no se puede determinar simultáneamente y con la misma precisión la velocidad y la posición de una partícula subatómica. Generalizando, el principio de incertidumbre postula que en la mecánica cuántica es imposible conocer, en un instante dado, los valores de dos variables canónicas conjugadas (posición-impulso, energía-tiempo..., etc). El análisis del principio de incertidumbre en psicología y ciencias sociales nos suscita la consideración de dos cuestiones: ¿la realidad psíquica en sí misma esta determinada o es indeterminada? ¿Y lo que conocemos de la realidad psíquica es lo real en sí, incontaminado por el observador y sus instrumentos, o por el contrario es siempre resultado de la interacción del observador con lo real? De todo este galimatías psico-científico lo único claro pareciera ser que la naturaleza es indeterminada.
La verdad es que no conocemos cual es el abasto del saber científico del nonagenario director portugués Manoel de Oliveira, pero, sin duda, además de inagotable cineasta, puede catalogárselo como gran investigador del comportamiento humano, sabio y tenaz escarbador de lo real, lo imaginario, lo visible y lo invisible.
El Principio de la incertidumbre de Manoel de Oliveira compone un análisis tan teórico, como a la vez narrativo, de los misterios y entresijos que se esconden como sombras detrás de las imágenes que tan acostumbrados estamos a considerar reales. Tomando además el cine como arte único, conformado por múltiples coordenadas (espacio y, sobretodo, tiempo), nos ofrece un terreno de cultivo para la investigación acerca de la indeterminación de la naturaleza (en este caso la humana). De los dos interrogantes planteados en el inicio de esta crítica, Oliveira se centra en el que se pregunta acerca de las diferencias entre la realidad psíquica y la realidad en sí, y , sobretodo, en los instrumentos contaminantes de lo auténticamente real, si es que esto puede existir. Varios son los instrumentos que se analizan a fondo en esta obra, por una parte el poder de las apariencias (herramienta de sólidas bases y múltiples formas), por otra parte la idea del juego como perversión de lo real y por último las movedizas arenas que sustentan los cimientos del bien y del mal (según los esquemas morales clásicos).
Camila es joven, bonita y sensible. El padre de ésta es un jugador empedernido capaz de acabar con todo el patrimonio familiar a costa del juego. Antonio Clara pertenece a una familia rica y vive rodeado de lujo, servilismo y de su amigo de la infancia Jose (más conocido como Toro Azul), hijo de la sirvienta de los Clara. Los hermanos Roper, Daniel y Torcato, amigos de ambas familias, tendrán papeles fundamentales en las interrelaciones que se sucederán entre el cuarteto protagonista. Camila se casará con Antonio (por deseo de Celsa, la sirvienta de los Clara y con los Roper como celestinos de turno) pese a estar enamorada de José. Interrumpo un instante esta pequeña sinopsis para describir la escena más bella, sobrecogedora y sublime de la película, en la que con media docena de planos encadenados, de una precisión que convierte la simetría en poesía, se nos muestra la relación de amor (nunca carnal) entre Camila y Jose. Camila no está enamorada de Antonio, y Antonio no está enamorado de Camila. Antonio se siente atraído por Vanesa, una amiga de José que se dedica a sustentar clubes de alterne. El matrimonio no hace feliz ni a Antonio, que inicia un idilio con Vanesa, ni a Camila (auténtica protagonista de la película, caracterizada por una soberbia Leonor Baldaque) que decidirá soportar estoicamente (intentando emulara a su heroína Juana de Arco) un panorama en el que Vanesa se adueña de la casa del matrimonio.
El poder de las apariencias: esta pequeña reseña argumental ya nos da a entender que toda la narración que muestra la película se nutre de las apariencias, sobretodo subrayadas entorno a dos elementos claves: el ritual y la confección de la puesta en escena. Oliveira pone un énfasis especial en mostrarnos en detalle todo tipo de rituales propios de la clase burguesa, desde las opulentas comidas rodeadas de comensales de etiqueta, a solemnes bodas, pasando por cantos y bailes que dedican los sirvientes a sus señores (hecho que enriquece la repetida discusión sobre si Camila es la esclava de Antonio). Pero quizás uno de los ejemplos más sutiles acerca del peso del ritual se da cuando Vanesa, como parte de la conquista de Antonio afirma que el amor que ellos comparten no es como el que lo ata a Camila, no, a ellos no los une la mentira del matrimonio y la farsa de la boda, sin embargo, acto seguido, ambos sellan su amor con un brindis de brazos entrecruzados y copas que se acarician como en los anuncios más tópicos y típicos de cava navideño.
En cuanto a las apariencias y la puesta en escena, o más bien, podría decirse dirección de actores, la cuestión es algo más complicada. Tan complicado como áspero resulta ver a unos personajes que prácticamente nunca se miran a los ojos, siempre distantes, siempre cumpliendo su rol en la función, mostrándose antipáticos cuando se alaban o acarician con las palabras y alarmándose si son observados limpiamente con frases del estilo "no me mires de esa manera". Un carácter distante que los recubre de una apariencia casi fantasmagórica, que permite a dos despotricar de un tercero mientras este, presente, soporta estoicamente la humillación casi como algo liviano. En ese sentido las situaciones más ricas suceden en las escenas en las que comparten plano Camila y Vanesa (una Leonor Silveira genialmente antipática). La relación entre ambas es una auténtico juego de poder, un juego retorcido, un juego de representaciones, muchas mentiras (en una escena con Antonio, Vanesa afirma que no es posible vivir sin mentiras, ya que estas son las que generan ilusión en la vida), y mucha crueldad. Porque en la relación entre ambas se plasma la idea más potente de la película, esa incertidumbre que lo falsea todo, esas afirmaciones que sin ser mentira, nunca dicen la verdad absoluta. Cuando Vanesa trata con desprecio y suficiencia a Camila (se ha convertido en la dueña de su hogar) el poder de la una respecto a la otra se invierte cuando Camila se muestra orgullosa de la pureza con la que admite su trágico destino (siempre insinuado por las notas de Niccolò Paganini). Y así la poderosa se vuelve débil y mentirosa, una mujer elegantemente vulgar, mientras que la santa, el ángel, la virgen (representaciones que se repiten múltiples veces a lo largo del film) que pretende personificar Camila (que dice ver visiones sobre la muerte de familiares queridos, sin que sepamos nunca si es verdad o parte de otro juego más) no lo es tanto. Y es aquí donde se diluyen el bien y el mal, es aquí donde el bien (Camila) se transforma en un ser pecaminoso, risueño y capaz de la perversidad más cruel.
La realización y puesta en escena que pone en práctica Oliveira es simplemente exquisita. Un equilibrio constante entre liviandad (en las formas) y densidad (más en los contenidos y diálogos, que en ocasiones se hacen difíciles de digerir). Un encuadre de lo estrictamente necesario ,un acto de depuración que llevado al límite puede parecer excesivo. Como en un tablero de ajedrez los actores no necesitan moverse, así como la cámara, que resta prácticamente inmóvil, dejando que los sujetos (si por una inexistente casualidad parecen descolocados) fluyan hacia el orden determinado. Y es que otro de los grandes logros de Oliveira es hacer de El Principio de la incertidumbreuna película que fluye constantemente. Pese a la serenidad de los encuadres, se nos muestran periódicamente viajes en automóvil, en barco o en tren (con la vista siempre fija en el mar, ese mar tan cercano a los océanos de Palabra y Utopía), situando la acción en un lugar flotante, con un paso del tiempo indefinido y ambiguo, insinuado por muertes, peinados, pero diluido por facciones que nunca envejecen. Flotan los paisajes, el día, la noche, los personajes... solo parece tener raíces la incertidumbre.
DATOS TÉCNICOS:
AVI File Details
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Name.........: O principio da incerteza (Oliveira) DVDRip Dual (Por-Esp).avi
Filesize.....: 1,585 MB (or 1,623,338 KB)
Runtime......: 02:06:34 (189,840 fr)
Video Codec..: XviD
Video Bitrate: 1358 kb/s
FPS..........: 25.000
Frame Size...: 624x368 (1.70:1) [=39:23]
Audio Portugués
Audio Codec..: ac3 (0x2000) Dolby Laboratories, Inc
Audio Bitrate: 192 kb/s (96/ch, stereo) CBR
Sample Rate..: 48000 Hz
Audio español
Audio Codec..: ac3 (0x2000) Dolby Laboratories, Inc
Audio Bitrate: 192 kb/s (96/ch, stereo) CBR
Sample Rate..: 48000 Hz
CAPTURAS:




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